Múltiples especialidades y sagas de profesionales
En 1948, el cuerpo facultativo de Clínica Corachan llegó a contar con un total de dieciséis médicos. La actividad del centro era ejemplar por cómo trabajaban los profesionales, pero también por la gran diversidad de especialidades que dominaban. Se disponía de especialistas en proctología, dermatología, cardiología, cirugía torácica y pulmonar, elecroencefalografía, cirugía plástica, anestesiología, enfermedades del sistema nervioso, neurocirugía. Y también se contaba con el servicio de cirugía maxilofacial y odontología, dermatología y sifilografía, hematología y transfusiones, y otorrinolaringología.
Destacó también la profesionalidad del doctor Antoni Subias i Fages, al que se le considera el padre de la oncología radioterápica catalana. En 1957 instaló una máquina de cobaltoterapia, que era una innovadora y potente bomba de cobalto con la que pudieron empezar a realizar tratamientos de radioterapia, tanto a pacientes privados como a los que acudían a la clínica procedentes de mutuas.
Uno de los aspectos más peculiares de la historia de Clínica Corachan es que un número considerable de sus profesionales médicos legaron a sus hijos y, en ocasiones, también a sus nietos, un buen número de servicios que habían nacido y crecido en el centro. Así fue, por ejemplo, en el caso de Pi Figueras y su hijo Jaume «Jim» Pi Figueras Badia. Otras sagas médicas fueron los Salamero, los Garriga o la peculiar historia de los Casanelles, cuyo hijo fue el ginecólogo que, pese a la desesperación de las monjas que le ayudaban, decidió administrar la píldora anticonceptiva a las pacientes que la desearan.
Sagas como los Puig vivieron la evolución entera de un siglo de obstetricia a través de tres generaciones, desde los inicios de la especialidad con Puig Roig, pasando por Puig Massana, hasta la modernidad más completa con el nieto, Oriol Puig Puig, en su caso, como cirujano general. También Lluís Gubern Salisachs y su hijo, así como su sobrino, el doctor Alfredo Marqués Gubern, explican la historia de la cirugía pediátrica, y el gran salto que en la clínica provocaron los Carbonell, el padre y sus dos hijos, pediatras de gran prestigio. Tampoco hay que olvidar la contribución de los hermanos Gil-Vernet Huguet, con Josep Maria en cirugía infantil y Emili y Lluís en ginecología, a su vez herederos de la escuela iniciada por su padre, Emili Gil-Vernet. Los doctores Simancas, Tresserres, Caussa, Montesinos y los Ramentol (padre e hijo) se suman a la lista interminable de sagas médicas dedicadas a la clínica. Historias que a veces se extendieron también a los sobrinos, como el propio doctor Llach, que incorporó a dos de los suyos, los conocidos analistas Carles y Josep Peya Llach, que dieron continuidad al servicio durante varias décadas.
En pocos años, a base de excelencia y trabajo, la importancia y el prestigio de Clínica Corachan fueron en aumento en la sociedad barcelonesa. Muchas mujeres decidían tener a sus hijos en la clínica y así lo siguieron haciendo también las hijas y las nietas de estas. Con el firme doctor Cuyás y la también discreta figura de Ricardo Corachan, a mediados de los años cincuenta, el centro ya estaba considerado uno de los mejores hospitales privados. Una vez al mes, el cuerpo facultativo, compuesto por los antiguos discípulos de Corachan, celebraba en la biblioteca las reuniones del consejo de administración. Analizaban sobre todo casos concretos de pacientes. De forma excepcional y por requerimiento de algún facultativo, asistían al consejo profesores y catedráticos externos, figuras ilustres como Agustí Pedro-Pons, Francesc Vilardell, Alfredo Rocha o el profesor Gibert i Queraltó.