Los inicios del Dr. Corachan como barbero
Manuel Corachan había nacido en la localidad valenciana de Chiva, en 1881, en el seno de una humilde familia. Su padre alternaba el trabajo de barbero-cirujano con el de procurador en los juzgados del pueblo. Los barberos sacaban partido de sus afiladas navajas que usaban para afeitar y cortar el pelo. Con ellas también practicaban, sin ningún título sanitario, pequeñas cirugías. Sacaban muelas o realizaban sangrías, tratando de extraer del cuerpo algunas enfermedades, de ahí que estos artesanos también fueran conocidos como ‘sangradores’, que tenían incluso su propio gremio de barberos-cirujanos.
Ya en su infancia, ayudando a su padre, Corachan empezó pronto a adquirir destreza y precisión manejando las herramientas de barbero. Primero en Chiva y, a partir de los 12 años en Barcelona, donde su tío también tenía una barbería. En ella trabajaba de día y, de noche, estudiaba a la luz de una vela. Primero bachillerato y luego Medicina. Quería trabajar como cirujano, pero aceptó antes hacerlo como tocólogo e internista. En 1908 fue nombrado médico municipal en el barrio de Sants, y al año siguiente se casó con su primera mujer. Tuvo dos hijos, uno de los cuales fue médico y el otro abogado. Pero a los 6 años su esposa enfermó y murió, y al año siguiente, él se volvió a casar y tuvo tres hijas.
En aquel entonces ya había abierto una pequeña clínica, en la calle de Rosselló, número 189. Tenía tan buena reputación por el éxito de sus intervenciones, que cinco años después fue necesario buscar un lugar más grande. Y el 22 de marzo de 1920 descubrió una bellísima torre en la calle Gironella y la compró. Después de acondicionarla adecuadamente como clínica, el 19 de mayo de 1921 inauguraba allí la Casa de Salud Clínica Corachan, en el límite del barrio de Sarrià, el pueblo que aquel mismo año se anexionó a Barcelona como uno más de sus distritos.
El contexto barcelonés era muy propicio para poner en marcha un hospital como aquel. En 1914, el tifus había golpeado fuertemente a la ciudad, en la que gripe, fiebre tifoidea, sarampión, viruela y tuberculosis pulmonar eran muy frecuentes también entre la población, y uno de cada tres fallecidos en Barcelona era menor de tres años.
Afrontando todo aquel desafiante panorama, la Casa de Salud nacía como entidad hospitalaria que abarcara todo tipo de cirugía y ginecología. Supuso toda una auténtica revolución, con un lema, además, contundente: «Al paciente, curarle, cuidarle y ponerle las cosas fáciles», mostrando, con él, la razón de ser y el sentido de la responsabilidad de Clínica Corachan.