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El hospital de referencia en Barcelona

Durante más de cinco siglos, desde el año 1401 hasta 1926, el Hospital de la Santa Cruz –hoy Hospital de la Santa Creu i Sant Pau- fue el hospital general de referencia de la ciudad de Barcelona. Y fue allí donde Manuel Corachan empezó trabajando como cirujano. Unas semanas después de haber inaugurado su clínica, en 1921, obtuvo una plaza de médico como jefe del servicio de cirugía general del Hospital de la Santa Cruz.

Pese a tener que trabajar en unas muy modestas y precarias condiciones, con salas en las que había cuatro filas de camas para pacientes, un solo quirófano y sin dispensarios, Corachan desarrolló allí una brillante carrera y consiguió su cátedra de cirugía gástrica. También logró que muchos médicos de diferentes especialidades compaginaran, como él mismo hacía, su labor asistencial pública con la privada en la Clínica Corachan.

Uno de los retos que se propuso Manuel Corachan fue el de mejorar diversos procedimientos quirúrgicos de la época. Quería conseguir que el impacto de la cirugía fuera el menor posible para el paciente. La precisión y eficacia de la intervención quirúrgica, es decir, el éxito técnico de la operación, era clave en sus manos, como cirujano de referencia, pero él se impuso también como prioridad el bienestar máximo en la recuperación del paciente. Se propuso que las curas postoperatorias fueran lo más óptimas posible para garantizar el confort del paciente durante su resarcimiento. De ahí a que Manuel Corachan diera tanta importancia a contar con su propia clínica, porque en ella le era posible controlar todo el proceso, desde el preoperatorio, hasta el  postoperatorio.

Atención integral

Aquella manera de trabajar era muy novedosa para la época. Gracias a la minuciosidad en todo el proceso quirúrgico, desde que el paciente ingresaba, hasta que regresaba a su domicilio, la Clínica Corachan instauraba así el concepto de atención integral al convaleciente. Manuel Corachan fue pionero en ello, consolidando a su vez un gran prestigio por la perfección técnica ejercida en sus intervenciones, la audacia serena y reflexiva en su manera de trabajar. La elegancia, la sencillez y su voluntad de asistencia integral al paciente hicieron que de toda Catalunya e incluso del resto de España y de toda Hispanoamérica empezaran a acudir cada año, tanto a Clínica Corachan como al Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, centenares de pacientes de todas las clases y estratos sociales. En ambos centros hospitalarios se atendió siempre a intelectuales, empleados, aristócratas, campesinos, industriales y obreros. Para todos ellos, el doctor Corachan, selecto y popular al mismo tiempo, daba el mismo trato cercano, paternal y animoso. Había dos frases suyas que resumían bien su actitud ante los pacientes y su manera de entender la profesión: «El enfermo ya tiene bastante con estar enfermo» y «El enfermo siempre tiene razón».

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